Una campaña contra las dietas estrictas, aunque sean de
puros vegetales, está haciendo el médico especialista en medicina alternativa,
Steven Bratman, que durante 25 años ha pertenecido al movimiento de alimentos
naturales de Estados Unidos ya que considera que la dedicación excesiva a las
dietas puede impedir que el cuerpo se beneficie de la nutrición básica.
"La mayoría de las personas haría bien en mejorar su
dieta, no hay duda sobre esto. Sin embargo, en el campo de los alimentos sanos,
hay mucha gente que se beneficiaría si se pasaran al bando contrario y no
fueran tan estrictos", añadió.
"La clave en cualquier trastorno alimentario radica en
si la actitud de la persona con respecto a la comida, al peso y a los
ejercicios es lo suficientemente significativa como para cambiar su estilo de
vida", explicó Hoff. "Si piensan en esto la mayor parte del día,
entonces es para preocuparse", agregó.
Steven Bratman comenzó una dieta y terminó padeciendo un
nuevo trastorno: "ortorexia nerviosa" o la nociva obsesión por comer
saludablemente. El profesional se graduó de la Escuela de Medicina de la
Universidad de California y acuñó el término en 1996.
Bratman utilizó el término "ortorexia" debido al
vocablo griego que significa "apetito correcto". En el año 2000 escribió
un libro llamado "La basura de la comida saludable: dominando la obsesión
del comer sano" o "Health Food Junkies: Overcoming the Obsession with
Healthful Eating", según su título original en inglés, el cual fue
publicado por Broadway Books en Nueva York.
"No estoy presentando esto como un problema médico,
pero quiero que la gente reconsidere lo que está haciendo", dijo Bratman
en una entrevista.
Como cocinero y agricultor orgánico de una gran comunidad en
Nueva York en la década de 1970, Bratman se autodenominaba como una
"comedor de extremos" que se vio en un vivero de teorías alimentarias
de la nueva era, disputadas por gente de diferentes campos dietéticos.
¿Los vegetales picados? Mejor olvidarlos, pues al cortarlos
se destruye su campo natural de energía. ¿La miel? Veneno puro. ¿Las cebollas y
ajos? Era preferible evitarlos debido a los efectos nocivos sobre el impulso
sexual. En medio de estos confusos menús competidores, Bratman se apresuró a
componer su propia dieta. Sólo comía vegetales acabados de recoger del huerto y
los masticaba al menos 50 veces.
"Después de alrededor de un año, me sentía ligero, con
la mente despejada, lleno de energías, fuerte y virtuoso", escribió
Bratman resumiendo su experiencia.
"Consideraba a las almas corruptas y descarriadas que
me rodeaban comiendo chocolates y papas fritas como animales que sólo buscaban
la satisfacción de su lujuria gustativa", agregó.
Bratman explicó que, como muchos otros ortoréxicos, sus
restricciones dietéticas se tornaron cada vez más inflexibles y por eso
exhortaba a los demás a seguir su ejemplo y a castigarse cuando probaban una
pequeña porción de algún alimento prohibido.
"Es casi imposible convertirse en ortoréxico si no se
cree en una teoría dietética", dijo. "Es como una pseudo-religión".
Según Bartman, sus creencias lo llevaron al camino de los
trastornos alimentarios, como la anorexia y la bulimia, que pueden hacer que
quienes los padecen se maten de hambre en su lucha por lograr una figura
delgada.
Aunque la ortorexia no ha sido reconocida oficialmente en
los manuales terapéuticos de trastornos mentales, el término ha desencadenado
muchas discusiones en Internet, así como grupos de apoyo. También, ha sido
celebrado por la revista de la Asociación Médica de Estados Unidos.
Holly Hoff, directora de programas de la Asociación Nacional
de Trastornos de la Alimentación de Estados Unidos, dijo que aunque la
ortorexia aún no había pasado a formar parte oficial de los trastornos
alimentarios, se había convertido en un área de atención creciente.
Diversidad de dietas
La advertencia de Bratman sobre el peligro de una dieta
estricta llega en un momento en que se han multiplicado las teorías populares
acerca de los riesgos y beneficios de varios programas de alimentación
Los viejos patrones, como las dietas macrobióticas, que
suelen recomendar el consumo de alimentos orgánicos cultivados en la localidad,
ahora rivalizan con un gran número de dietas que pueden ser hasta peligrosas.
Los que favorecen el consumo de frutas, por ejemplo,
insisten en la fruta natural y las semillas, ya que estas encierran "el
grado nutritivo más alto".
Por otro lado, los partidarios de la "paleodieta"
consideran que los seres humanos sólo deben comer frutas, pescado, semillas y
mucha carne magra, como hicieron nuestros ancestros en los tiempos
prehistóricos.
Hay una dieta tan estricta que prohibe todo tipo de alimento
y asegura que los seres humanos pueden vivir de la luz, una teoría que ha sido
ampliamente rebatida.
Según Bratman, la mayor parte de estas dietas, si se siguen
rigurosamente, pueden conducir a la ortorexia que, como muchos trastornos
alimentarios, parece guardar mayor relación con el control psicológico que con
determinados alimentos.
Sin embargo, aunque la compulsión obsesiva interviene en
muchos casos de ortorexia, no es el único signo de advertencia. La alergia a
ciertos alimentos puede conducir a la ortorexia a medida que la gente deja de
ingerir un alimento tras otro para estar saludable. La autoestima y la
"identidad dietética" también pueden jugar un papel en el trastorno.
"Alguna gente necesita pertenecer a algo", dijo
Bratman. "Pueden decir: sé que soy un vegetariano puro y por esto me
conozco a mí mismo".
A pesar de la creciente popularidad del concepto, en la
actualidad hay muy pocos tratamientos para la ortorexia. Bratman se curó de su
obsesión con la comida natural con la ayuda de un monje benedictino que le
ayudó a ver el lado positivo de la comida china y los helados.

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